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El proceso de psicoterapia es un proceso de sanación con uno mismo, de crecimiento personal y de darse cuenta. A menudo, se tiene la extraña creencia de que para acudir a psicoterapia es necesario que exista una patología grave o enfermedad mental. Sin embargo, es un camino para quienes se atreven a reencontrarse con lo más doloroso, heridas del pasado y sufrimiento que tiene que ver con su historia de vida, personas con determinación que buscan hacer un trabajo de sanación, a través de la búsqueda en lo más profundo de su ser, para dar significado a aquello que los ha dañado y sanar, sanar para ser conscientes y crecer.

Es un camino largo, en el que la persona aprende a tomar las riendas de su vida mediante un trabajo de individualización personal, arrancándose arraigos culturales, normas sociales, tradiciones, los nombrados “deberías” que interiorizamos y arraigamos como patrones, ya que, desde muy pequeños nos hacen creer que, de ser así, seremos bien aceptados en nuestra sociedad. Es entonces cuando la persona comienza a ser consciente de lo que en muchas ocasiones, aunque sepamos, no queremos darnos cuenta y que por tanto esa otra parte va a enfrentarse a aquella que sí quiere cambiar.

Entonces, me diréis ¿qué es eso de hacer consciente?, pues bien, siempre hay una parte nuestra que se niega a ser consciente y se resiste a cambiar, esto ocurre porque a menudo encontramos compensaciones, es decir, algo cómodo encontramos en esa parte; Quizá la seguridad de lo ya comúnmente conocido que nos aporta nuestra zona de confort, quizá sean los propios miedos de enfrentarnos a algo desconocido que no podremos controlar, la novedad, el volver a empezar de nuevo y la incertidumbre de cómo será esa nueva situación.

El papel del psicólogo en este caso, es de hacer de espejo, en el cual, la persona a la que acompaña pueda verse reflejada en todo esto que no se había planteado anteriormente y es quien acompañará a esta durante su proceso, es decir, se trata de ponerse en manos de una persona con formación, entrenada para ayudarte a “darte cuenta”. A mí personalmente, me gusta utilizar la metáfora del camino, aunque seguramente se utilicen muchas otras…

El proceso de psicoterapia es como cuando recorremos un largo camino y al final de este, está nuestra recompensa. Es decir, nuestra propia satisfacción de haberlo conseguido mientras disfrutas de ese bello paisaje, ese bello paisaje que habías visto en la solapa de una revista y que siempre habías soñado en estar ahí para contemplarlo, pero nunca llegaba ese momento y el final, podría resumirse, en estar allí a pesar de todo, en conseguir ese objetivo. Cuando empezamos este camino, pudimos verlo oscuro, con caminos infinitos que dispersaban nuestra atención para avanzar, con baches y un camino sin asfaltar que todavía lo hacía más complicado de seguir, sin ningún tipo de señalización que pudiese servirnos de guía. Pero… ¿y si te dijera que durante ese camino oscuro existiera una luz?, una luz que por lo menos te facilitase ver por donde pisas o incluso obtener otro tipo de ayuda para continuar, como un bastón que te sirviese de apoyo cuando se complique el camino

Es un camino que haces tú solo por ti mismo, y no hay nada más bonito, que hacer algo por uno mismo